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lunes, 27 de mayo de 2013

EL COLABORACIONISMO SANTISTA



ANTÍTESIS


Pablo Victoria.

Cada vez es más evidente que la presidencia de Santos se ha convertido en la principal colaboradora y promocionadora de las FARC. La publicación en los grandes diarios del país del famoso acuerdo sobre el primer punto de la agenda, el tema agrario, no da para ningún análisis porque se ha mantenido oculto su contenido. Y oculto se ha mantenido porque no conviene en estos momentos crear una controversia pública sobre el particular, hasta cuando los “detalles” se hayan pulido, cosa que ocurrirá posteriormente cuando los negociadores de La Habana estén suficientemente reblandecidos por la buena voluntad mostrada por el grupo terrorista al no haber pateado la mesa de negociaciones. Las anunciadas “transformaciones radicales” de la llamada realidad rural no dan para tanto. Sería un “escándalo” hacerlo prematuramente. También esperan que la opinión pública esté suficientemente reblandecida para hacerlo. Ya llegará el momento. Es evidente que este acuerdo preliminar hace parte de las llamadas “zonas agrarias” exigidas por las FARC, que serán habitadas por campesinos, afro-descendientes e indígenas suficientemente bien adiestrados por esa organización delictiva.

Es también evidente que, en tanto Venezuela importa papel higiénico, Santos importa el chavismo de Venezuela de varias sutiles maneras: apoyando la retroactividad que la Corte Constitucional ha impuesto sobre los derechos pensionales adquiridos, decisión que abre paso a cualquier otro atropello futuro; la otra manera es la guerra mediática de alta intensidad que se está haciendo contra los que no apoyan el Marco Jurídico para la Paz por la impunidad que representa contra los delitos de lesa humanidad.

Lo cierto es que a través de este coladero del santo-chavismo se irá profundizando cada vez más en el país la socorrida tesis del Estado Social de Derecho, que en sana crítica jurídica, ni es social ni es de derecho, pues días llegarán en que instale como una lacra de la peor laya la propiedad privada “relativa” con miras a la “equidad” y a la “igualdad”, propuestas fundamentales de la revolución liberal en marcha. Falta la “fraternidad”, a cuyo nombre fueron decapitados cientos de miles de franceses que padecieron la primera y más infamante tiranía que recuerde la Historia, también de origen liberal. Por supuesto, en Colombia no habrá guillotina, pero los cuellos de los que hoy aplauden el proceso de paz y la impunidad manifiesta que traerá el Marco Jurídico para la Paz serán los primeros en ser descubiertos para colocarles el yugo del Estado Igualitarista, que no dejará títere con cabeza.

Entonces se habrá sellado el pacto de colaboración del gobierno Santos con las Farc. Y los que no viven en Colombia volverán a aplaudir con regocijo.

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