Pablo Victoria
Cualquiera
que haya escuchado el discurso de Timochenko tiene que concordar en
que su tono no puede ser más arrogante y amenazante para un
personaje que viene de sufrir contundentes golpes militares,
propinados por nuestro Ejército. Arrogante, porque su discurso nos
recuerda las viejas y agresivas aspiraciones de una izquierda
decadente y beligerante; amenazante, porque la emprende contra las
multinacionales, contra las élites sociales y hasta contra una
señora de un club que se indignó porque algún socio estaba
haciendo algo que ella consideró conducta inapropiada; amenazante,
porque dijo que tales indignaciones no podrían ya tolerarse en el
país, aunque permitió que pudieran tolerarse en los clubes
privados; arrogante porque su referencia confirmó su escasa
tolerancia por las convenciones sociales que nos obligan a tomar
actitudes y posiciones cuando se violan los preceptos mínimos de la
convivencia; y amenazante porque su actitud reflejaba, una vez más,
que el libre mercado, la libre contratación y hasta los clubes
privados quedarían sub judice en el nuevo orden
que se aproxima.
Timochenko tima al país; es un timador profesional cuyo
altisonante discurso nos recuerda los peores momentos de la
Revolución Cubana, las expropiaciones masivas al capital nacional y
extranjero, los juicios populares y las extravagancias económicas
que llevaron a ese país a sufrir uno de los peores reg; las
Fuerzas Armadasia;ipaciia: Reforma agraria; reforma a la educaci los
juicios populares y las extravagancias econs preceptoímenes
que el mundo haya conocido; una de las peores devastaciones
económicas que recuerde la Historia. Y eso es lo que quiere este
timador traer a Colombia: Reforma agraria; reforma a la educación;
reforma social; participación política de la delincuencia; ingreso
a las Fuerzas Armadas de los farianos;
desarrollo económico (el de ellos) y participación política.
Sépase, pues, que entre su eventual llegada al Congreso y el ingreso
a las Fuerzas Armadas, tendrán el escenario perfecto para hacerse
con el Poder.
Es la tenaza envolvente que su mente estratégica concibe para lograr los objetivos que durante cinco décadas le han sido esquivos. Ese es su concepto de “ampliación de la democracia”, aspiración a ingresar a la política de la mano de las concesiones gratuitas que el gobierno Santos les ha proporcionado y les va a proporcionar. Porque aquí lo que tiene qué preguntarse el pueblo colombiano es quién está cediendo qué a quién, pues para mí resulta claro que quien cede es el Gobierno, que dentro de los márgenes que le da el Presupuesto Nacional, acomete sus planes de desarrollo, de inclusión social y de progreso. ¿Con cuál presupuesto, entonces, contarán las FARC para tan ambicioso proyecto de sacar al país de la pobreza? No es, claro está, con más inversión extranjera, ni nacional; intuyo que será con la nacionalización de las industrias, con la ampliación de un estado paquidérmico, con impuestos confiscatorios y con restricciones a las actividades privadas, lo que llevará a la ruina colectiva hoy sufrida por Venezuela y Cuba. Y es aquí donde está el timo: la propuesta de un socialismo caduco, estéril y empobrecedor; pero es también aquí donde están los timados, Santos a la cabeza, que somete la paz al exorbitante pago de las libertades que gozamos. Porque si no fuera así, ¿para qué negociar con ellos? Porque si no fuera así, ¿no tendríamos una nueva frustración y una vuelta a la guerra con una insurgencia crecida? Una de dos, o Santos les está “mamando gallo”, o nos lo está mamando a todos.
Es la tenaza envolvente que su mente estratégica concibe para lograr los objetivos que durante cinco décadas le han sido esquivos. Ese es su concepto de “ampliación de la democracia”, aspiración a ingresar a la política de la mano de las concesiones gratuitas que el gobierno Santos les ha proporcionado y les va a proporcionar. Porque aquí lo que tiene qué preguntarse el pueblo colombiano es quién está cediendo qué a quién, pues para mí resulta claro que quien cede es el Gobierno, que dentro de los márgenes que le da el Presupuesto Nacional, acomete sus planes de desarrollo, de inclusión social y de progreso. ¿Con cuál presupuesto, entonces, contarán las FARC para tan ambicioso proyecto de sacar al país de la pobreza? No es, claro está, con más inversión extranjera, ni nacional; intuyo que será con la nacionalización de las industrias, con la ampliación de un estado paquidérmico, con impuestos confiscatorios y con restricciones a las actividades privadas, lo que llevará a la ruina colectiva hoy sufrida por Venezuela y Cuba. Y es aquí donde está el timo: la propuesta de un socialismo caduco, estéril y empobrecedor; pero es también aquí donde están los timados, Santos a la cabeza, que somete la paz al exorbitante pago de las libertades que gozamos. Porque si no fuera así, ¿para qué negociar con ellos? Porque si no fuera así, ¿no tendríamos una nueva frustración y una vuelta a la guerra con una insurgencia crecida? Una de dos, o Santos les está “mamando gallo”, o nos lo está mamando a todos.
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