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lunes, 17 de septiembre de 2012

DEL CARTEL DE LA TOGA Y OTROS CARTELES


Pablo Victoria




No cabe duda de que este es un país de carteles. Los hay de la droga, del comercio, de la industria, del periodismo, de las falsas acusaciones, de la inmoralidad y, últimamente, de la toga. Todos son peligrosos, tremendamente peligrosos. El cartel de la inmoralidad no sólo lo componen contratistas, sino, quién pudiera pensarlo, feministas y mujeres que aspiran a que se les consagre de manera definitiva el derecho al asesinato de sus hijos. De los que están por nacer. Son 1.200 activistas en un país de 46 millones. Hacen mucho ruido. Aspiran a ser monopolio. Se empezó por darles gusto al despenalizar el aborto en tres casos, reglamentados por la Corte Constitucional; en pocos años, estoy seguro, se avanzará a otros más y se ampliarán los meses en que este asesinato legal pueda extenderse. Instaurado como “derecho”, el aborto desconoce a la otra parte en conflicto: el hombre, que perdió su derecho a objetarle.


 Llama también mucho la atención el otro cartel de la inmoralidad que se está consolidando en Colombia: el del periodismo, que hace vida común con el de las abortistas. Este gremio está compuesto, principalmente, por gente “progre” y “chévere”; gente que ni siquiera repara en la otra inmoralidad que es el silencio culposo: por ejemplo, el silencio que guardó durante años, y continúa guardando, Daniel Samper Pizano sobre el presidente Ernesto Samper Pizano, rehén de los narcotraficantes que lo financiaron. Eso sí, en su artículo de El Tiempo del 16/9/12 llama al Procurador “corrupto” dizque por dar empleo a “familiares y amantes” de los magistrados de la Corte Suprema. Supone el infame periodista que fue a cambio de la reelección, como si la Corte no fuera sensible al clamor de la opinión pública que quiere la reelección porque este procurador ha demostrado que es el único que hace gala de este título en muchísimos años y que ha combatido, precisamente, la corrupción pública. Pero, ¡qué le vamos a hacer! Daniel Samper es un sujeto siniestro que guardó cómplice silencio cuando su hermano desempeñó el más alto cargo de la nación con lujo de corrupciones.

Nos queda por tocar el otro cartel, el más peligroso de todos, más que el del narcotráfico, el de los periodistas, la industria, el comercio, el de las falsas acusaciones. Este cartel resume y sintetiza los peores carteles, a saber: los del periodismo movido por intereses inconfesables; el del feminismo y, en general, el de la inmoralidad. Es el cartel de la toga. El de los altos magistrados que, parapetados en unos cargos que nadie vigila, carecen de jueces naturales y jurídicos y actúan como verdaderos soberanos absolutistas con poderes tiránicos y dictatoriales. Es el caso de la Corte Constitucional, que ordena al Procurador a retractarse de lo actuado en materia de asesinato de inocentes. Es el nuevo Herodes de los tiempos modernos. Sí, porque no hay peor corrupción que la de una institución que, proclamándose Todopoderosa, no sólo escribe las leyes sino que  a partir de ellas dicta sentencia. O que me digan dónde en la Constitución se habla de derechos al aborto, siquiera en los tres casos reglamentados por estos tiranuelos de hojalata. Al contrario, la Constitución habla del “derecho a la vida” que, genéricamente, protege a los que están por nacer; de aquellos que no tienen juez que los ampare, ni abogado que los represente; de aquellos a quienes nadie pregunta si quieren vivir. Porque, según este cartel, el asesinato del inocente, ya por violación, ya por defecto físico, resarce a la víctima: la mujer. Es decir, se castiga al ser indefenso, no al agresor, con la pena máxima. Es el nuevo holocausto de los hitlerianos redivivo.




1 comentario:

  1. Utilizar a Hitler como argumento de desprestigio para esos cafres corruptos, le quita mucha seriedad a este blog.

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